Como psicólogo infantil en Málaga nunca antes el ser padres y adolescentes ha sido objeto de interés mediático por parte de sociólogos, psicólogos, periodistas y empresas. Hay muchas publicaciones, algunas de gran valor, otras demasiado rápidas para dar recetas y sugerencias, que dejan a los padres aún más confundidos, inadecuados, como si la relación con sus hijos adolescentes pudiera resultar en un manual fácil de consultar si fuera necesario.

El ejercicio de la crianza no es una práctica que se adquiere en manuales y no se estructura únicamente en base a nociones y técnicas. Es una práctica, un arte milenario aprendido en la familia de origen y en los hechos transgeneracionales que nos precedieron, influenciado por los contextos culturales y sociales contemporáneos y por las nuevas formas que la familia puede asumir con el tiempo, reinventadas diariamente en la relación con sus niños., dotados de su propia individualidad específica.

Este entrelazamiento de factores hace que la función parental sea particularmente compleja y cambiante, nunca atribuible a patrones fijos. Por eso es difícil enseñar a ser «buenos padres».

Más que respuestas y modelos de comportamiento a los que adaptarse que conducen inevitablemente a sentirse culpables e inapropiados, los padres y madres quizás necesiten hacerse preguntas, tomar un espacio para reflexionar, permitirse la posibilidad de cometer errores y enmendarse, abrirse a nuevas experiencias .

Sin embargo como psicólogo infantil en Málaga he observado que, son necesarios algunos ingredientes necesarios para vivir la paternidad de una manera satisfactoria. Es, ante todo, un buen nivel de conciencia que nos ayuda a vivir el presente prestando atención a nuestros pensamientos y sentimientos, a ser capaces de comportamientos meditados que no son automáticos e impulsivos, enriqueciéndonos con respuestas cada vez más flexibles.

Como psicólogo infantil en Málaga decirte que también es importante cultivar la voluntad de aprender, la propensión a crecer en todas las edades de la vida. Los niños ofrecen la oportunidad de retroceder por cuestiones suspendidas de su niñez o adolescencia. También es importante la paciencia para esperar sin esperar resultados, y por tanto diferir gratificaciones, así como la capacidad de percibir las emociones de los demás, para establecer interacciones basadas en la empatía, la comprensión emocional, la curiosidad y la escucha. Finalmente, es fundamental cultivar la alegría de vivir, nutriendo el placer de estar juntos en ser más que en hacer o tener.

Aunque no se estresa muy a menudo, para ser padre o madre hay que saber medirse, tanto con la felicidad como con el cansancio, la ansiedad y el dolor. Una felicidad que no deriva de aumentar la cantidad de bienes que posee cada uno sino de la intensidad de las relaciones, es decir, de compartir un bien colectivo, ya que es imposible ser feliz solo.

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